viernes, 13 de junio de 2008

ANALISIS DEL PELOTUDO ARGENTINO. Segunda parte.

A pedido del público continuaremos con nuestro análisis del pelotudo argentino. Es menester para ello, dar una precisión histórica, aunque no muy profunda porque ese análisis lo hemos hecho en la nota anterior. El pelotudo argentino en principio es el producto de los caídos del catre de la década del noventa. Digamos, aquellos que sin entrar totalmente, no salieron del todo tampoco. Por ello, como la puerta los oprime contra el marco, necesitan decidirse de una vez, y se deciden por entrar. Resulta que en la puerta un patovica “así” de grande, les dice: “no querido, haberse acordado antes”. El pelotudo argentino, sin embrago, sostiene que no es por falta de ganas que no ingresó, hizo todo lo que pudo desde luego pero la puerta se cerró demasiado rápido. Sí, hizo todo lo que estaba a su alcance, pero la vida es así señor pelotudo, las puertas muestran una ingratitud propia de una puerta.

El pelotudo argentino, sueña con una casa (propia) de dos pisos. Con una cuatro por cuatro. Quisiera irse de vacaciones a Egipto, pero como no puede (o puede con grandes sacrificios) se va de vacaciones a un país vecino, generalmente Brasil. El pelotudo argentino tiene miedo a todo, pero nada le produce más miedo que los relatos televisivos de delitos. Así, el pelotudo argentino, ama los dogos, los rottweilers. Nadie sabe si por “seguridad” o por un placer homosexual reprimido que le produce excitación ver a esos perritos de torso bien torneado, malos y de posición viril. La cuestión es que el pelotudo argentino ama esas criaturas infernales. El pelotudo argentino desea reposar en la paz de su sagrado hogar, jamás saldría de su casa en busca de aventura (salvo para visitar a un/a amante clandestino/a) fuera de él. En su casa, es amo y señor. Le gusta sentir arder los leños en la estufa de su casa y si no tiene estufa de leños, imagina el crujir en su mente mientras que mira televisión. Desea tener hijos, sí, pero no porque los considere una obra trascendente, un paso más hacia la construcción humana de la idea de Dios en la tierra, un paso hacia la eternidad; sino, como diría David Viñas, para demostrar que no es impotente, que “puede”.

PODER. He ahí el eje del pelotudo. Poder. Pero poder no necesariamente concreto, sí al menos, y como mínimo, su epifanía. Es decir, no importa ya tanto PODER o EL PODER, sino MOSTRAR QUE PUEDE, MOSTRASE PODEROSO. Poder no tiene porque sino hubiera entrado totalmente y no hubiera quedados con un pié adentro y otro afuera. Pero lo importante para él es mostrar que podría si quisiera ingresar totalmente. Que por ahora prefiere estar un poco afuera. Otras veces acusa a la puerta o al acaso de su imposibilidad de concretar TODO su poder. Porque lo tiene. Tiene poder (o parece tenerlo), tiene auto (o parece tenerlo), tiene casa (o parece tenerla), tiene vacaciones caras (o parece tenerlas). Porque puede (o parece poder), la tiene larga (o parece tenerla), porque tiene hijos (o parece tenerlos).

Porque vive (o parece vivir), porque existe (o parece existir).

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